La opinión de: Javier García Rodríguez

. domingo, 20 de abril de 2008
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En mayo de 2007 el profesor de la Universidad de Valladolid, Javier García Rodríguez, escribía en La nueva España el artículo "Los escritores están colgados" que más tarda serviría de apertura para el número 73 (enero-febrero de 2008) de la revista Clarín, aunque en esta ocasión con pequeñas variaciones (el nombre sería el de "Escritores y colgados") y acompañando además de un dossier preparado por él con un pequeño análisis de algunos blogs representativos.

Copiamos aquí el artículo de LNE, la opinión de Javier García:


"Los escritores están colgados"
Javier García Rodríguez

Para algunas cosas, los amigos son tan pertinaces como eran las sequías
en tiempos de Franco. Mi joven amiga Rut Sanz Montaña está empeñada en que yo me abra un blog (o me lo administre, o me lo compre, o me lo cuelgue, o como se diga), en que me haga un blog (como quien se hace una permanente, si yo pudiera) y en que me asome asiduamente al suyo y al de otras personas la mar de interesantes donde se dicen y se pegan (corta-pega, cuelga-descuelga) cosas sin duda muy profundas y muy artísticas y muy amistosas y muy participativas. «Para lo tuyo de la literatura», me dice, «sería un buen escaparate». «Hazte un blog, no seas antiguo», me increpa. Quiere que entre, como Alicia, en un mundo maravilloso, pero yo voy de Humpty Dumpty y me resisto a la sociedad líquida de Bauman. Un poco en plan de pose anticuaria y arqueológica, por hacerme el carcamal (también el Gargamel) y evitar más respuestas impertinentes acerca del aburrimiento, me defiendo como gato panza arriba afirmando mi incapacidad para la técnica y exponiendo muy objetivamente que no sé muy bien para qué sirven los blogs, las bitácoras, que me parecen diarios que no lo son (y eso que a mí me gustan los diarios, acabo de recibir hoy mismo el de Raúl Carlos Maícas: «La marea del tiempo», editado por Candaya), que juegan a la realidad pero son ficción, que son ficción pero muy mal escrita, que abren las puertas a la participación pero ponen filtros, que permiten el anonimato y sus máscaras (tanto en el creador como en los intervinientes, si es que se dice así) pero se empeñan en vender verdad e intimidades, que ensalzan la amistad cibernética pero dilatan el contacto personal, que terminan haciendo una especie de comunidades virtuales donde todo parece guiarse por la antítesis del principio establecido por el Señor Lobo de «Pulp Fiction»: lo de no vamos a empezar es aÉ, ya me entienden. Pero claro, como mi pose no convence, y como no tengo ni edad ni dignidad ni gobierno para actitudes tan talibanescas, me dispongo a investigar en eso de los blogs y llego a los últimos libros de Vicente Luis Mora («Internet, blogs y comunicación en un mundo nuevo») y de J. L. Orihuela («La revolución de los blogs»). Dice Mora que un blog es «un registro personal en línea, colgado en internet» y que estos internautas y náufragos, como los ha llamado Pérez Tapias, se convierten en «motivaciones e identidades abstractas». Y aprendo más cosas: que se crea un nuevo blog cada segundo, que según Technorati había en 2006 unos 27,2 millones, y que los porcentajes masculino/femenino eran 72% de hombres frente a 28% de mujeres.

Blogs de escritor

Si antes se hablaba del bloqueo del escritor, ahora debemos hablar del
«blogueo» del escritor. Si antes estaban bloqueados, ahora están «blogueados». Los blogs de escritor tienen una parte íntima y otra pública. Son, en muchos casos, escaparates, adelantos de obras, reflexiones, obras en marcha. En otras ocasiones sirven también para establecer relaciones, para trazar vínculos (reales y virtuales) con otros escritores, para pagar deudas, para devolver favores, para darse palmaditas, para dilucidar viejos rencores en odres nuevos. Las hay profesionales, asépticas y literarias. De actualidad y de reflexivo ensayismo. Se comunican con colegas y lectores: aprender la realidad de ser uno y ser distinto.

Entre nosotros

Jordi Doce tiene abierto «El blog de Jordi Doce», pero permanece parado desde febrero de 2007. En él aparecen apuntes, aforismos, reseñas propias y ajenas. David Suárez (Oviedo, 1975) tiene abierto su blog «Las tela de araña de mi trasero», en la que aparece en una foto
con casco de vikingo, unas inmensas gafas redondas de plástico negro sin cristales y una careta de cerdo. Suárez es una especie de poeta-artista del «performance» y recoge allí su manifiesto de un muy prometedor movimiento denominado «punkbizarrismo asturianista», además de noticias, reseñas de sus presentaciones y una especie de novela por entregas. Con mucho humor, y en asturiano, escribe Fruela Fernández su blog «L'estrañu casu del Dr. Fruela y Mr. Froy (Giochi intelligenti per bambini deficienti)», donde se dan cita comentarios, fotografías, curiosidades, montajes fotográficos, videos,
pegatinas, caricaturas, dando, por ejemplo, un poco de cañita -brava- a lo que él mismo llama «antiguamiguqueyanunsoipaconel», en una entrada llamada «Vergoña retroactiva»: «¡Pero lo que más m'esmolez: ¿qué-y vi yo, hai seis o siete años, a esti mundu de moralexes burgueses i arguyu mediocre que agora tanto me repuna?». Sofía Castañón tiene abierta su casa on-line en «Mundoiconoclasta»; cañera y videoadicta, con noticias frescas e ideas personales, si no sonara condescendiente diría que hay que seguir a esta escritora allá donde publique. El conocido novelista y peridista Tino Pertierra se muestra en la red como un «Naúfrago del diario». Su blog está alojado en la página web de LA NUEVA ESPAÑA y recoge artículos y relatos de los que habitualmente publica en este diario. Julio Rodríguez tiene un blog-ficción a nombre de «El Gran Pirelli». «Delincuente de toda la vida, venido a investigador privado, pasando sus días a la sombra. Una vez más», según se dice en el perfil. Jorge Ordaz es novelista y autor de relatos. Su bitácora se llama «Obiter dicta» y en ella aparecen notas, comentarios y reflexiones sobre la literatura. También deja citas, apuntes novelas leídas, poemas traducidos, etc. Tiene mucha continuidad (lo que no puede decirse de todas ellos). La de Miguel Barrero se llama «El Gatopardo»; en él aparecen algunos de los artículos que este escritor publica en la prensa, así como informaciones sobre su actividad literaria o de lecturas. En asturiano, Pablo Antonio Marín Estrada acaba de iniciar su aventura en la red con «Pozu din fondu». Martín López-Vega hace doblete. A su nombre, un blog parece recoger las reseñas de sus libros. Y con el nombre de «Yo ETC. Oro de vario tiempo y lugar» hay -no podía ser de otra manera- poemas traducidos de Brodsky, K. Mansfield, James Merrill, Rimbaud, Heaney o Cascais Monteiro. El colectivo «Hesperya», que publica la revista del mismo nombre tiene un blog colectivo alojado en Wordpress.com. David González tenía hasta hace poco tres blogs. El más curioso, y ya cerrado era «En busca y captura», donde documentaba las erratas que encontraba en los libros leídos. En «El amigo de lo adverso» incluye una historia crítica de su propia obra a través de los artículos que sobre él se han escrito. Y, por fin, en «Algo que declarar», está su vida, sus lecturas, sus actividades, su profesión de escritor, sus amigos. Algo curioso: los autores más conocidos por el público y con más ventas (Ignacio del Valle y Eugenia Rico, por ejemplo) tienen página personal pero no tienen blog.

Ley de transposición

Según Ricardo Galli, esta ley sobre bitácoras afirma que «Mientras más complejo es el tema, mayor es la posibilidad de que haya respuestas sin ningún tipo de análisis». La constante es que «la rigurosidad de los comentarios es inversamente proporcional a la complejidad del tema presentado». Y esto no solo en los blogs. También me pasa a mí. Debo de haberme quedado traspuesto.

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